El rol que ocupará la energía nuclear en la descarbonización de la economía europea mantiene ocupados en un largo debate a los Veintisiete. El tradicional eje franco-alemán protagoniza una nueva escisión en las decisiones comunitarias, con una postura gala claramente favorable a la nuclear y una germana que la rechaza. Mientras tanto Suecia, que ostenta la presidencia de turno de la UE en este primer semestre del año, ha presentado una propuesta para aliviar tales tensiones y desbloquear el acuerdo sobre el hidrógeno contemplando fuentes de energía "no fósiles" para su producción.
La propuesta sueca establece que "los objetivos para las fuentes de energía renovables deben ir de la mano de esfuerzos de descarbonización complementarios basados en otras fuentes no fósiles para alcanzar la neutralidad climática". Un punto con el que se intenta contentar al frente francés, y los 8 países que respaldan la postura pronuclear al referirse a "otras fuentes no fósiles" más allá de las renovables.
Además, la presidencia de turno de la UE ha planteado que los países "puedan combinar" fuentes de energía que no provengan de combustibles fósiles y "combustibles renovables de origen no biológico" atendiendo a sus circunstancias nacionales y a su mix energético.
Un contexto en el que la propuesta sueca plantea que los países puedan "reducir el uso de combustibles renovables de origen no biológico en el sector industrial". Eso sí, siempre y cuando consuman "una parte limitada del hidrógeno o sus derivados producidos a partir de combustibles fósiles sin disminuir y que alcancen su contribución nacional".
Sería así que un país tendría margen para reducir la contribución de esos combustibles un 30% hasta 2030 y un 25% hasta 2035, en caso de que la proporción de "hidrógeno y sus derivados, a partir de combustibles fósiles puros, que consume un Estado miembro no supera el 30%.
Unos porcentajes que a España no le acaban de agradar pues considera que son muy bajos, según han informado fuentes diplomáticas. Por ello, la postura española respectoa esta propuesta no es del todo satisfactoria, pese a que estaba dispuesta a aceptar alguna definición que no fuera verde para el hidrógeno rosa. Una fórmula similar a la aplicada en la taxonomía al gas y que pasó por la creación de una categoría nueva para ampararla.
El texto, debatido a nivel de embajadores, está listo para ser negociado con el Parlamento Europeo y define las reglas para las energías renovables, bajas en carbono y el hidrógeno. En esta batalla, España se ha posicionado de parte de Alemania y otros siete países en su oposición a contemplar el hidrógeno rosa, producido con fuentes nucleares, al amparo de la etiqueta de "verde".
En el escrito, los Estados miembro defendieron que emborronaría los objetivos climáticos marcados para 2050. Al otro lado, Francia y otros ocho países entre los que se cuentan Polonia o República Checa, instaban a incluir una referencia a la energía nuclear en la revisión de la directiva de renovables.
De hecho, la posición alemana y la francesa han sido siempre contrarias en esta cuestión. Si la primera ha avanzado en el cierre de su parque nuclear, la segunda ha fijado en ella su apuesta energética. Dos posturas que vuelven a emerger en un nuevo pulso comunitario y que escenifican una nueva rotura del eje franco alemán. Si bien pueden impulsarse medidas sin el beneplácito de ambos Estados miembro, la cuestión ciertamente se antoja más complicada.