
Más de la mitad de las empresas europeas tienen serias dificultades para contratar personal tecnológico, siendo las más perjudicadas las pequeñas y medianas empresas, según pone de manifiesto Eurostat, la oficina de estadísticas de la Unión Europea.
Según algunos informes, una persona que cuenta con la formación y las competencias tecnológicas puede llegar a cobrar un 42% más que la media del resto de trabajadores. Pese a ser uno de los perfiles más buscados y mejor pagados, algunos ingenieros informáticos y de telecomunicaciones prefieren hacer carrera en el sector público, presentándose a unas oposiciones y acabando como funcionarios.
Hemos hablado con cuatro de ellos (dos informáticos, dos telecos; dos con experiencia previa en la empresa privada y dos que, prácticamente, su trayectoria laboral se limita al sector público) para que nos cuenten por qué decidieron hacerse funcionarios.
Trabajar para el bien común
Los cuatro aseguran que, pese a que hay otras motivaciones particulares en cada caso, en todos ellos el servicio público, el trabajar para el bien común de la sociedad, es una satisfacción y un aliciente laboral.
“Trabajaba en una consultora y me dedicaba a verificar que los datos de Vodafone estuvieran bien para poder hacer las campañas navideñas”, recuerda Jesús Lozano. “No estaba mal a nivel técnico, pero a nivel de qué cosas aportaba yo a la sociedad era una labor que no me gustaba”, reconoce.
Una situación parecida a la que vivió Jesús Marcos, jefe de servicio en la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones, quien recuerda que, en su última etapa en la privada, trabajando para Telefónica, la gran parte del presupuesto se dedicaba a empresas extranjeras. “Sentía que estábamos descapitalizando una empresa española, y a mi me movía poder trascender y aportar más a la sociedad”, asegura.
“Cuando eres funcionario estás haciendo un servicio a la ciudadanía, y eso es una cosa que a mi personalmente me llena, porque con tu trabajo estás contribuyendo a algo que es el bien común. Puede parecer una cosa muy abstracta porque al final no eres más que una pieza minúscula en una enorme maquinaria, pero es, en ese sentido, muy satisfactoria”, subraya José Campos, Subdirector General Adjunto de Informática, Comunicaciones y Redes en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.

Cómo logro ese reto
El Cuerpo Superior de Sistemas y Tecnologías de la Información de la Administración del Estado es una entidad propia dentro de los funcionarios. De hecho, son un cuerpo interministerial; es decir, las oposiciones son a este grupo y, una vez que se accede, se puede desempeñar la labor en cualquier ministerio de la Administración General del Estado.
Por eso, sus funciones son muy diversas y variadas. José Carlos Martínez, de la Secretaría General de la Administración Digital, asegura que este cuerpo, entre otras cosas, desarrolla sistemas que “van a ser utilizados por todo el mundo: para tramitar una licencia, para presentar recursos contra una resolución… Las posibilidades son infinitas y vas a tener un público muy amplio”.
Entre los desarrollos que estos cuatro profesionales destacan se encuentran algunos tan variados como el poder extender la banda ancha a todo el territorio nacional, incluyendo las zonas más despobladas, el poder hacer trámites a través del 061, poder presentar la declaración de la renta de forma telemática sin necesidad de esperar largas colas, como antaño, o que la gente pueda sacar fácilmente un certificado de defunción para poder cobrar un seguro.
Acabar la carrera, opositar
Desde 2008, se han convocado oposiciones todos los años (salvo en 2012). Una vez aprobadas, se pertenece al Subgrupo A1, las de mayor rango dentro del cuerpo funcionarial. ¿Cómo, cuándo y por qué deciden estos cuatro ingenieros presentarse a unas oposiciones? Dos de ellos lo hacen después de una trayectoria de más de 10 años en la empresa privada. Los otros dos, tras prácticamente salir de la carrera.
Martínez es ingeniero en telecomunicaciones. Aunque durante la carrera no se planteó ser funcionario, cuando la terminó se enteró de la existencia de estas oposiciones. Se informó y, tras una breve experiencia en la empresa privada, asegura que “me gustó la idea de que fuera un cuerpo orientado a la gestión de proyectos muy diversos en función del ministerio en el que se acabase trabajando”.
Campos, mientras, se puso a trabajar por el año 93, nada más acabar lo que en aquel entonces se llamaba diplomatura en informática. A lo largo de su vida, ha trabajado para diferentes empresas y se sacó la ingeniera de informática completando sus estudios con la UNED entrado ya en el siglo XXI. Con 37 años, en 2009, es cuando se decidió a seguir estudiando y hacerlo para entrar en este cuerpo funcionarial.
Reconoce una de sus motivaciones (además de trabajar como un servicio público) fue más “egoísta”, en el sentido de tener un trabajo estable “y en el que las posibilidades de que te quedes sin trabajo son mínimas”.
